miércoles, 2 de diciembre de 2009



Ofrecían duros a cuatro pesetas

(De nuestro corresponsal en Madriz)

En una espectacular operación conjunta, coordinada por miembros del CNI, la Guardia Civil y los Boyes Caos, se ha procedido a la desarticulación del entramado liderado por un individuo de nacionalidad española cuyo nombre se corresponde a las iniciales J.S.T. Se trataba de una organización dedicada al intercambio de valores monetarios en la que no incurrían en ningún momento en falsificación, fraude ni estafa. No. Sólo mero intercambio. Lo peculiar del asunto es que, en todas las transacciones llevadas a cabo, la diferencia de valor —que suele fluctuar en favor del cambista y denominarse «comisión»— devengaba siempre en favor del cliente, al que ofrecían una cantidad superior a la recaudada en la operación financiera.

El jefe del operativo, aguantando la risa a duras penas, ha declarado: «No, si en sentido estricto no han cometido delito alguno. Sólo han sido detenidos por gilipollas. Al margen del propio quebranto patrimonial de las operaciones, ofrecían monedas de cinco pesetas —que a día de hoy para poco sirven— a cambio de cuatro monedas de peseta —que tampoco sirven para nada—. Alguien así se merece un par de tollinas y pasar unos días recogiendo el jabón en las duchas de Alcalá-Meco. Por idiota».

Según documentación incautada en la operación, la banda tenía previsto diversificar sus opciones de negocio estudiando una opción consistente en atar perros con longaniza.

[El presunto cabecilla de la organización, convenientemente pixelado para salvaguardar su derecho a la intimidad]

 

Comentarios

4 comentarios sobre "DESARTICULADA UNA RED DE GILIPOLLAS"

rubencastillogallego dijo...
3 de diciembre de 2009, 0:26

Hey, yo conozco a ese tío: es Patrick Ericson

El Ekilibrio dijo...
5 de diciembre de 2009, 10:20

¡Qué cabrones!... los gilipollas nos merecemos un respeto...

jerobibo dijo...
6 de diciembre de 2009, 22:35

cabrones!!!

Luci dijo...
29 de marzo de 2020, 1:41

Lo que tiene de bueno la red es que puedes leer y reírte diez años después de que el escritor haya cometido su pecado.

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