domingo, 20 de junio de 2010


Llevaban siete años juntos y no pudo superar que ella se fuera con un sargento de la Legión

Cristino Bronte Augurios, natural de Villaburguillos de Arriba, Burgos, se quitó la vida ayer ahorcándose de un olivo entre alaridos y gritos de dolor. Al parecer, el pobre cayó con tanta fuerza tras atarse el cuello a la soga y saltar de una rama de dos metros de altura, que dio dos vueltas alrededor de la misma para quedar suspendido de la maroma por uno de sus testículos. Lo grueso de la cuerda y su gran calidad (era auténtica soga coreana) hizo que el huevo izquierdo de don Cristino fuera casi arrancado de cuajo por el brutal estrangulamiento. Antes de desmayarse por el dolor, el finado soltó tal alarido que saltaron las alarmas de la Caja de Ahorros sita en el pueblo. Cuando llegaron los primeros vecinos, la cuerda había cedido provocando tal caída que fracturó el cuello del suicida.

Aquí el Cristino con la Lucinda en la boda de unos amigos comunes, eran tiempos felices.

Arriba, en la copa del árbol, se halló una carta manuscrita que aclaraba lo ocurrido: una encendida declaración de amor a Lucinda acompañada de un poema de Carlos Salem, lo que demuestra que el pobre Cristino había perdido la chaveta.

“Mejor así- declara Celedonio, el tío del muerto- Que er Cristino no había podido superar la marcha de Lucinda”.- una cabra de raza hispano portuguesa, que se había fugado con un sargento de la Legión. El drama se gestó hace ya dos meses, cuando una bandera de la Legión pernoctó en el pueblo pues estaban de exitosa gira por Burgos, Palencia y Zamora.

“Le pidieron la cabra al Cristino pa desfilar por el pueblo y se la llevaron pa los ensayos- nos cuenta el tío Puchas, alcalde- y se conoce que se la apretaron tos. El Cristino dicía que ende entones estaba mu rara que ya no había comunicación. Se conoce cá la muy guarra le gustó lo que le hicieron y es que el Cristino no tenía mucha experiencia. Pero eso sí, no tenía ojos más que pa ella”.

No es la primera vez que algo así ocurría en el pueblo, aquí hasta murió una pobre gallina.

En el pueblo están consternados por el comportamiento de la Lucinda y por el desgraciado final de esta historia de amor. Habla el cura, Don Sisebuto: “Vino a verme con la petición de que lo casara con la cabra, de eso hace ya dos años, y cuando le dije que no se me puso chusco. En cuanto me den el traslado me piro, mucha endogamia es lo que hay por aquí. Ya saben, llevan generaciones casándose entre primos y claro, acaban peor que los Borbones”

Una tragedia, en suma, y una valiosa lección amigos: no se encariñen demasiado con sus mascotas.


 

jueves, 17 de junio de 2010


Los paracaidistas literarios se hacen con el mercado

La proliferación de títulos basura (algunos de ellos auténticas mierdas) perpetrados por famosotes, guarrillas y políticos en la presente Feria del Libro amenaza con mandar al paro a la mayor parte de escritores serios de este país. Es una realidad dolorosa pero inevitable, los editores, en tiempo de crisis, quieren ir sobre seguro y es por ello prefieren publicar un panfleto de un concursante de Gran Hermano -sobre sus mejores momentos de onanismo, por ejemplo- que una sesuda obra de un académico de la lengua.

A las pruebas nos remitimos: el libro más vendido –que no firmado pues no tuvo pelotas a pasarse por el Retiro- fue “Cómo salir de la crisis en dos tardes” de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero la cosa no queda ahí, una auténtica conmoción agitó la Feria cuando José María Aznar se pasó a firmar por la librería Plus Ultra. Agotó literalmente los ejemplares de su último libro “Haciendo amigos”. Las señoras de familia bien, en plena agitación gritaban “tío bueno! tío bueno!” al telegénico mini ex presidente. Una locura.

Ni qué decir tiene que ser famoso es garantía más que suficiente para ponerse cerdo de vender, que se lo digan a “D´Caspas”, la editorial que ha publicado “Donde hay pelo hay alegría” de Isabel Pantoja y “Así se las comió Zaratustra” de José Manuel Parada.

La Quintana volvió a liarla

Son muchas las famosas que se han puesto interesantes, acercándose casi a la intelectualidad. Tal es el caso de Malena Gracia que ha publicado “Mi aproximación al Nihilismo” con Bodrios de Hoy y María José Suárez que ha debutado en las letras con “Maltratar cachorritos es malo” de la prestigiosa editora Clímax Ibérica.

Abundan los libros sobre gilipolleces escritos por algún humorista o político, por ejemplo, se ha vendido mucho la novela de crímenes “Chistes de Lepe” del famoso monologuista intelectual Buenafuente o “Gestos para el mus” de Jordi Pujol, un asombroso manual para acercarse a dicho juego de cartas.

“Yo, mí, me conmigo, que me quiero hostias!!!” de Baltasar Garzón va a ser traducido a tres idiomas y ojo con la nueva obra de Cospedal “Mi llegada al anarcosindicalismo” que está partiendo la pana.

Los escritores de verdad se muestran cansados, algunos de ellos incluso se han estrenado con títulos como: “Sobrevivir en la puta calle” del académico de la lengua Sigfrido Henares. Un más que cualificado manual para subsistir en la calle con listas de los mejores comedores sociales, trucos para dormir en los parques y cajeros automáticos y las mejores estrategias para ejercer la mendicidad. “Así está el patio”, reza la faja promocional.

Este año, se ha llevado mucho lo del título cursi acompañado de la fajita que dice “seis millones de ejemplares vendidos” o “diez millones de lectores chinos no pueden equivocarse” que, aunque parezca mentira, cuela. Tal es el caso de “Suerte entre azahares” – qué ingenioso juego de palabras metiendo azahar en lugar de azar, ¿verdad?- de Cursi Lisima, “La sombra del Tamarindo alado” de Inmaculada Dantés o “El aroma del viento” de Alejandra Diez de Revenga- Cervantes de la Vega Infantes Wilson.

Hay famosos que siguen a lo suyo: Ana Rosa Quintilla ha sorprendido con el “Conde de Montepiíto”, la novedosa historia de un joven traicionado por su novia y amigos que vuelve rico y cambiado para vengarse hasta de su perra. Otra famosilla, Nuria Roca que le ha cogido gusto a esto de publicar, se ha destapado con “Paz y Guerra”, ambientada en plena Rusia del siglo XIX. Incomprensiblemente su editorial, Espasmos, ha retirado todos los ejemplares por no sé qué minucia de derechos de autor.

Ojo con otro famoso, César Vidal, que se hizo un lío firmando y acabó dedicando a un lector “La Guerra de las Galias” de Julio César. “Es que como saca veinte títulos por año ya no sabe los que son suyos” ha declarado su editora, Genara Ramonez.

Y por si todo esto fuera poco, se dejó caer por allí una nueva hornada de autores que vienen del famoseo como Cayetana de Alba Fitz -James con su novela neorrealista “BRI BLI- BRI BLI”, Francisco Álvarez Cascos con una serie de cuentos infantiles titulada “De todo el hígado a la sangre” y Alfonso Guerra con “D´risas” un libro con sus mejores chistes y chascarrillos.

También ha habido famosos que publican a cuatro manos, reuniendo toneladas de talento y erudición, como: “Nuestras más aromáticas marcas de pegamento” de Ricardo Bofill y Paulina Rubio que han vuelto a reunirse para perpetrar esta obra o “Azín veo llo la vía y azín la veo llo tanvién” de Jesulín de Ubrique y Jaime Ostos.

Tristante trabaja ya como camarero en Benidorm. Biedma se ha hecho astronauta. Pedro de Paz ha vuelto a lo de Chueca y Salem ha sido expulsado de la Unión Europea. Como ven, queridos lectores, la Generación Torrezno, o los XY Men como ya se les conoce en Cuenca, andan de vacas flacas por el intrusismo. Sólo una persona les defiende, el presidente, fundador y único miembro de su club de fans, Sergio, “el Graduado”…txu- ru –txu txu txu- tuxu ru txu-xu..


 

martes, 15 de junio de 2010


Presa del frenesí de las firmas, el autor Jerónimo Tristante se firmó a sí mismo 37 veces en su propio glande.

De nuestro corresponsal sudaca, Carlos Salem.

Los hechos, que han sido ocultados a la opinión pública sólo porque el protagonista ni es sueco ni autora femenina, tuvieron lugar el pasado sábado en el madrileño Parque del Retiro durante la penúltima jornada de una Feria del Libro presidida por la lluvia y por distintas tragedias del más diverso calado.

Según algunos testigos que prefieren permanecer en el anonimato «por el asco que me da sólo de recordarlo», todo comenzó cuando el escritor murciano Jerónimo Tristante, que se había desplazado hasta la capital para firmar ejemplares de su más reciente novela El enigma de la Calle Calabria, fue víctima de un tipo estrés conocido como «Síndrome del novelista desaforado» cuyos síntomas fueron explicados científicamente por un sanitario del SAMUR que argumentó: «al colorado ése se le fue la pinza por la presión, aunque yo creo que ya traía el perolo jodido de casa».

Pese al silencio oficial, este cronista, inasequible al desaliento y que, además, ya estaba mojado hasta los cataplines, pudo obtener el testimonio de un testigo directo y presencial de los hechos, un joven llamado Sergio Vera, residente en Cuenca, que, para evitar represalias, rogó que no se publicase su nombre (oooops!). Según Vera, los hechos tuvieron lugar hacia el mediodía, cuando las condiciones climáticas se confabularon para hacer naufragar las legítimas aspiraciones de Tristante que, en sus propias palabras, consistían en «firmar el doble que el Pérez-Reverte, porque también he nacido en la región de Murcia y soy mucho más guapo y más alto» .

La empresa se presentaba difícil de realizar ya que, según alguna fuentes, Pérez Reverte había firmado 35.000.000 de libros en tres horas, pero Tristante, que es biólogo y por lo tanto no tiene ni puñetera idea de matemáticas, repetía como mantra un refrán aprendido de su amigo el novelista y filósofo Carlos Salem: «El burro no folla por guapo sino por insistidor» y, tras desempacar los 3.785 bolígrafos sin capuchón que había traído para la ocasión, comenzó la sesión de firma.

De acuerdo con lo que vio Sergio Vera, el interfecto comenzó a buen ritmo y con una estrategia amplia basada en diversas tácticas, aunque el testigo no dudó en señalar una en particular: «A muchos logró convencerlos amenazándolos con una navaja de siete muelles que le había prestado Pedro de Paz. De hecho, yo mismo tuve que comprarle 156 ejemplares, que Jerónimo firmó en sólo 22 segundos» .

Porque la clave era la velocidad con que Tristante pudiese culminar el acto. Algo en lo que, según algunos testimonios —particularmente el de su mujer— , «tiene años de costumbre».

Otra de las tácticas del novelista fue hacerse pasar por cualquier autor por el que preguntase el cliente que se acercaba a la caseta. Si el potencial comprador inquiría al dependiente sobre el tercer tomo de la trilogía de Stieg Larsson, Tristante gritaba: «¡C’est moi!», agarraba al comprador por el cuello con una mano y con la otra le dedicaba un ejemplar de La reina que odiaba corrientes heladas con gasolina o algo por el estilo. Si el desprevenido viandante preguntaba por lo último de Boris Izaguirre, Jerónimo quebraba la muñeca —y a punto estaba de hacer lo mismo con la del futuro lector— mientras exclamaba: «¡Pero qué diviiiiino!. Ven que te dedicaré mi libro ¿Sabías que Victor Ros, en realidad, la miraba con cariño?» .

Según Sergio Vera, «con estas tácticas agresivas iba firmando a muy buen ritmo, cuando comenzó a llover y la gente se dispersó. Lejos de dejarse ganar por la desolación, Tristante salió con un paraguas a secuestrar lectores que se guarecían bajo los toldos de otras casetas y los traía a la fuerza a la suya para mantener el ritmo de firmas».

Pero el tiempo estaba en su contra. Quince minutos antes del cierre de la Feria, la lluvia cesó y ante la caseta se formó una cola considerable, formada por seguidores de la obra de Tristante y también de la Obra de Escrivá de Balaguer y de otras obras ya que la gente, apresurada por comprar y marcharse, había oído el rumor de que en esa librería firmaba un autor que era todos los autores a la vez.

Cuando la megafonía comenzó a anunciar el cierre de la feria, Tristante seguía firmando al grito de «ni puto caso, es un truco del Reverte para ganarme», y no fueron pocos los lectores que creyeron sus palabras. Pero poco a poco la gente se fue marchando hasta que en la caseta quedaron sólo el librero —que, acostumbrado a estos menesteres de novelistas pirados, terminó por escaparse de la caseta saltando sobre los libros del mostrador— , y un Jerónimo Tristante fuera de sí quien, tras firmar todos los ejemplares que formaban el stock de la caseta, comenzó a firmar las paredes de metal y hasta el techo de la precaria estructura. «Cuando no le quedaba nada que firmar, y mientras repetía todo el tiempo la suma de firmas acumuladas, Tristante enloqueció, incapaz de detenerse, y se sacó la cosita».

Al grito de «¡yo sigo dedicando por mis santos cojones!», el autor murciano consiguió dedicarse el libro 37 veces en su propio glande, —aunque, como señaló Vera, «tampoco hay que exagerar, coño, que escribía las iniciales y siempre en el mismo sitio, ¿eh?»—, antes de ser reducido por miembros de seguridad de la Feria e introducido no sin cierto esfuerzo en una ambulancia en la que firmó las batas de los enfermeros y la escayola de un señor que se había quebrado el brazo al tratar de llevar, en la misma mano, las dos novelas de Mercedes Castro.

Poco a poco, Tristante fue recobrando la cordura —parcialmente—, y tras argumentar que «como Pérez-Reverte viene a la Feria cada 13 años, ya tendré tiempo de alcanzarlo», amenizó el viaje hasta el psiquiátrico contando al personal sanitario y al señor de la escayola en el brazo todos los detalles de la circuncisión que se practicó hace dos años al subirse, violentamente y sin precaución alguna, la cremallera del pantalón vaquero.

[El Tristante en pleno ataque de euforia firmadora]

 

domingo, 13 de junio de 2010


Por Sergio Vera, corresponsal en Madriz.

P.d.P., popular autor de novela negra y un broncas que te rilas, ha visto truncada su carrera literaria al ser procesado por agredir a una persona durante la más accidentada edición de la Feria del libro de Madrid que han visto los siglos. Según fuentes cercanas a la investigación, el susodicho se levantó de repente de la silla en la que se encontraba firmando, se dirigió a un presunto lector que aguardaba en la fila frente a su caseta y le soltó lo que, de acuerdo a testigos presenciales de la tragedia, fueron hostias como pianos. Al parecer, el incidente ha sido provocado por una desafortunada serendipia relacionada con el físico del autor. Así lo explicaba el agredido, de etnia gitana, que se acercó al lugar de los hechos portando, en lugar de libros, un disco de rumbas.

«Aaayyy, señol peliodita —explicaba el presunto agredido, con los ojos presuntamente hinchados—. Cómo iba a sabé yo que era eclitó, ¡pero si era igualito que er de enmedio de los Chichos!».

En efecto, parece ser que P.d.P., que mantenía un nutrido grupo de asistentes delante de la caseta, llevaba toda la tarde firmando discos en vez de ejemplares de libros sin haber logrado vender ni uno de los suyos. En un momento de enajenación —provocado por el choteo del resto de autores que firmaban en casetas aledañas— no pudo aguantar más y se fue para el primer maromo que aguardaba en la fila.

El sujeto ha sido condenado a pasar un año entre rejas y otros tres de servicios a la comunidad dando clases de rumba y flamenco para jubilados.

[Jaaaaa, el payo… No me digan que no]

 

jueves, 10 de junio de 2010


La actual edición está resultando, sin duda alguna, la convocatoria más accidentada de toda la historia de la Feria del Libro de Madrid. Algunos apuntan a que es la consecuencia natural de reunir en un mismo lugar a personas de letras y otras gentes de mal vivir. Ayer se produjo un nuevo incidente que, por fortuna, no provocó víctimas ni heridos de consideración. En torno las 2 de la madrugada una espesa columna de humo alertó a los servicios de vigilancia del parque que, tras acudir a la carrera al lugar del siniestro, descubrieron que la caseta 47, la correspondiente a la librería Estudio en Escarlata, estaba siendo pasto de las llamas. A pocos metros de distancia, un grupo compuesto por cuatro personas que lucían camisetas con el críptico emblema «S.V.C.P.» contemplaba el fuego mientras reía a mandíbula batiente. Los susodichos coreaban «Ya van tres, ya van tres, ya van treeeeeeeees... » mientras la caseta ardía hasta sus cimientos. Personados en el lugar el cuerpo de bomberos, su labor resultó del todo infructuosa ya que el mencionado grupo se dedicó continuamente a sabotear su tarea cerrando el grifo del agua, escondiendo las bocachas de las mangueras o echando gasolina de mechero a chorro sobre los rescoldos del siniestro mientras Juan Escarlatti, el librero propietario de la caseta, presente en el lugar tras haber sido alertado del suceso a través de una llamada anónima, gritaba fuera de sí, con la mirada perdida entre las llamas: «pero qué cabrones, qué pedazo de cabrones...». Todo un drama.

[Imagen tomada en el lugar del siniestro]

Según la declaración de varios testigos presenciales —toma ya pleonasmo—, la descripción de los presuntos responsables de tan execrable acto coincide de forma harto sospechosa con los de un incidente de similares características ocurrido hace tan sólo unos pocos meses resultando particularmente reveladora la circunstancia de que se encontrase en el lugar de autos un individuo pertrechado con una silla de ruedas acompañado por otro que cubría su cabeza con un pañuelo de pirata.

 

martes, 8 de junio de 2010


Y YA VAN DOS ALTERCADOS EN APENAS DOS DÍAS.

Como ya denunciamos en este libelo la Feria del Libro constituye una abierta llamada a la violencia. Hace apenas un par de días se produjo una trifulca bestial entre un autor y un lector (click aquí) y ahora, al no haberse actuado a tiempo, las cosas se han salido de madre.

¿Qué puede esperarse de un evento donde un tipo como Carlos Salem ha llegado a firmar siete veces en apenas una semana?

Aquí el firmante, antes de comenzar con las dedicatorias

Agapito Fuentelahiguera, de veinte años, actor, se hallaba firmando ejemplares de “Snoopy, the true of a sensible dog” embutido en un enorme disfraz de perro cuando el mundo se le vino encima. Acompañada por su adorable hijita, Cristina Fallarás, autora de novela negra, se personó en la caseta de la librería Ñoño´s para que Snoopy le firmara un ejemplar. El lerdo de Agapito, poco motivado por los 30 euros que iba a percibir por todo un día de trabajo, calor, y retenciones urinarias, rubricó la novela con un lacónico: “Con cariño”

Cristina, destilando paciencia y mesura contestó al fulano . “¿Y para esta mierda dos horas de cola?”

A lo que el puto muñeco repuso con chulería: “Señora, no moleste”

“¿Señora? Señora tu puta madre!!! “ gritó la Fallarás saltando a lo matrix el mostrador para agarrar por la cabeza al figurante que, gracias a la felpa, aguantó los golpes contra la encimera sin que se le reventase el cerebro. De pronto, no se sabe de dónde, surgió un tal Raúl Argemí que, según parece, cohabita con la escritora y armado con un ejemplar de “Los Pilares de la Tierra” que había tomado de la librería, comenzó a sondiñar al muñeco en los cojones que, doblado como un junco, cometió el error de morder a la Fallarás en la muñeca.

Aquí la instigadora. No se confíen, es tan bella como mortífera.

Fue en aquel momento cuando, para estupefacción de padres, madres y tiernas criaturas, se sumó a la gresca un tipo al que los testigos presenciales han descrito como “El hermano malo del Malamadre”. Todo indica que era Carlos Salem. Entre los tres, alcanzaron al pobre muñeco, ya en mitad del paseo y a la vista de todos, y la emprendieron a sillazos en el lomo de la criatura que a aquellas alturas, caminaba ya a cuatro patas. Un tal Tristante que apareció por allí es el que más traumatizó a los niños por su violencia. Parece ser que el tío, fuera de sí gritaba” Pero ¿ es sueco? ¿es sueco?”

Antes de perder el conocimiento, el pobre Agapito llegó a contar algo así como una decena de escritores dándole de hostias. ¡Y varios de ellos argentinos!

Destacaron por su brutalidad Pedro de Paz ( qué nombre más poco acertado), Juan Ramón Biedma que llevaba una Black and Decker y un tal Ernesto Mallo, que hasta el momento se había comportado como un caballero. El pobre Agapito se recupera en el hospital donde sigue recibiendo anónimos de un tal Guillermo Orsi, mientras que la policía que tiene claro quién protagonizó la agresión, intenta aclarar, quién y en qué momento, sodomizó al pobre Snoopy mientras que le gritaba “Y pa esto habrás estudiao ocho años de Arte Dramático bujarra”. Qué gentuza.

“Esto es para escritores y no para muñecos. Que se prepare Blancanieves si aparece por aquí” , ha declarado Cristina Fallarás que, al parecer, lidera a estos pobres desgraciados.



 

domingo, 6 de junio de 2010


Al amigo Miguel Baquero, que, en gran medida, inspiró esta noticia.

La tarde del pasado jueves, Abisinio Gómez Caleruega, escritor, protagonizó un peculiar incidente durante el transcurso de la Feria del Libro de Madrid. El autor que, aprovechando el tirón actual de la novela nórdica, acaba de publicar un libro bajo el seudónimo de Abyss Caleruersson con el imaginativo título de Muerte blanca en Oslo —que ya hay que tener cojones— recibió la visita de un viandante, presunto lector, que se le acercó con paso firme y decidido. Llegado a su altura, el desconocido le solicitó que le firmase los ejemplares de la célebre trilogía de Millenium ya que le hacía mucha ilusión tenerlos firmado, que la firma de un autor sueco vestía mucho. Abisinio trató de deshacer el entuerto indicando al errado lector que esos libros no los había escrito él sino Stieg Larsson. «Larsson, Caleruersson, Requeson… ¿Qué más da? Yo lo que quiero es tenerlos firmados, que aluego se revalorizan más». Abisinio, tras explicarle que él, de nórdico, tiene lo que la funda de su cama ya que es oriundo de Medina del Campo, trató de hacerle comprender de forma paciente que resultaba poco ético estampar su firma en libros que no hubiesen sido escritos por él a lo que su interlocutor, con un cabreo creciente y de muy malos modos le espetó: «¿Y a ti que coño más te da? ¿No te han traído aquí pa firmar? Pues curra y firma, coño, que todos los intelectuales sois iguales, que os gusta trabajar menos que al fotógrafo del BOE». El despectivo comentario terminó por colmar la paciencia de Abisinio que, al más puro estilo Fosbury, saltó el mostrador de la caseta, agarró por la pechera al susodicho y comenzó a soltarle una ensalada de hostias que ríete tú de Mike Tyson al tiempo que la megafonía del recinto daba cuenta del incidente.

«…En la caseta 127, de Ediciones Maputo, Carlos Salem firma ejemplares de su obra. Caseta 127. En la caseta 175, Abyss Caleruersson se está hostiando con un lector. Caseta 175…»

Tras intervenir una dotación de la Policía Nacional allí presente, los contendientes fueron separados, retornando cada uno a sus respectivos quehaceres.

Pero lo peculiar del incidente fue que, durante el transcurso del mismo, Abisinio cayó en la cuenta de que había logrado aglutinar a su alrededor a un número de paseantes y curiosos mayor que el obtenido durante todas sus sesiones de firmas juntas. Aguzando el ingenio y evaluadas las evidentes posibilidades, desde ese día, Abisinio se publicita en las casetas donde firma como El escritor que agrede a sus lectores, cosechando un éxito sin precedentes que mantiene y sostiene a base de incisivas dedicatorias como «Que te jodan, calvo de mierda», «¿Pero tú sabes leer con esa pinta de asilvestrao que gastas?» y otras sutilezas, congregando a su alrededor a un siempre nutrido grupo de visitantes, algunos de los cuales incluso le esperan a la salida al más puro estilo de patio de colegio.

[El público observa anonadado la disputa]

 
 

(c) Jerónimo Tristante & Pedro de Paz, 2009