CONCURSANTE DE TELEVISIÓN AHOSTIADO POR GILIPOLLAS

Hace unas semanas Saturnino Pantuflet se las prometía muy felices. Su mayor ilusión era convertirse en alguien famoso y ese deseo se encontraba al fin al alcance de su mano. Tras varios e infructuosos intentos había sido seleccionado para participar en el popular concurso televisivo Aparvado’s que actualmente se emite por TVE1 a nivel nacional. Durante su participación en el programa —penosa, por cierto—, Saturnino se dedicó a hacer el imbécil —as usual en este tipo de eventos— gesticulando ante la cámara de forma continuada y enviando un cariñoso saludo a su madre que lo estaría viendo y a todos sus convecinos de la calle del General Mente, en Estepona, Málaga.

[Pantuflet, el primero por la izquierda, haciendo el moñas]

El conflicto surgió porque Saturnino Pantuflet era a su vez el Testigo Protegido 12/341265, habiendo adquirido dicho estatus por declarar en contra de una banda de albano-kosovares afincada en España y conocidos por sus asaltos con escalo a diversos chaletes y viviendas de lujo pero, sobre todo, por tener más mala hostia que un pavo al trote. En cuanto los susodichos foráneos —pendientes de juicio gracias a las declaraciones del tío Pernales éste— lo vieron por televisión, se plantaron en Estepona y le dieron de hostias hasta en la partida de nacimiento. Según el parte de lesiones, Saturnino Pantuflet presenta fractura de 184 de los 206 huesos de los que está constituido el esqueleto humano aunque las auténticas complicaciones se produjeron cuando el equipo médico trató de extraerle del recto el bate de baseball que Stefan Manoscomopanescevich, presunto cabecilla de la banda, le encajó en dicha parte al grito de «dejádmelo a mí, que a éste le avío yo el cuerpo».

Saturnino Pantuflet ha obtenido al fin sus quince minutos de gloria. Quizá no cómo esperaba, pero tenerlos, los tiene. A qué negarlo.