UNO DE LOS MÁS EXTRAÑOS SUCESOS DE LA 2ª GUERRA MUNDIAL
¿Sabrían nuestros lectores decir por qué las monjas actuales ya no llevan aquellas tocas que parecían alas, almidonadas y espectrales? La respuesta es muy sencilla:Folkestone.
El incidente que tuvo lugar en dicha localidad, cercana a Dover, frente a Calais el 4 de junio de 1944 fue el causante de tamaño cambio en el atuendo de las monjas de la Iglesia Católica. El Caso Folkestone fue investigado en su momento por meteorólogos, ufólogos, especialistas en inteligencia militar, ingenieros aeronáuticos, parapsicólogos y amantes de lo oculto. Por desgracia el exitoso desembarco de Normandía, dos días después, eclipsó el suceso, por lo que es poco conocido por el gran público.
Aquel fatídico día, las Hermanas Sibarianas de San Hermenegildo, que habitaban el cercano convento de Saint Sweet Potato (San Boniato), salieron a realizar su pequeña caminata diaria, una mezcla de ejercicio físico y via crucis que la comunidad solía llevar a cabo a eso de las 23,30 antes de acudir a sus humildes celdas. Fue en la orilla de aquellos acantilados cuando, de pronto, el fenómeno se desencadenó sin que nadie los esperara. Habla Sor Apapurcia Wilkinson, la única superviviente, que no alzó el vuelo pues era moza entrada en carnes y sus buenas lorzas le evitaron el triste destino de sus compañeras:
“Fue algo increíble, muchos dicen que fue el viento, pero yo sé que fue un milagro. La primera fue la hermana Mildred, era muy delgada y bajita. De pronto, como por ensalmo, se levantó más de un metro y medio del suelo. ¡Comenzó a levitar!”
Aquí cuatro de las Sibarianas voladoras, las pobres.
A la hermana Mildred le siguieron Sor Ruperta Meretidh, Sor Gurriata ( de origen español), Sor Agatha Chrosties y Sor Jennifer Huberta. Algunas hincaron la rodilla en tierra y las más comenzaron a entonar oraciones y jaculatorias. Poco a poco todas fueron ascendiendo, incluso la madre superiora Sor Guadalteria, conocida en el vecindario como Sor Hitler. Continúa hablando la gorda, la superviviente: “La última en elevarse fue Sor Juniperia. Era muy anciana, 83 años, y tenía una prótesis en la cadera que era de hierro y pesaba mucho”.
Lo que en principio parecía un milagro fue convirtiéndose en tragedia. Unas hermanas fueron agarrándose a otras, como si fueran el hilo de una cometa. El viento era terrible y sus tocas ondeaban al viento. La vieja, con su prótesis quedó más abajo, haciendo de ancla y aguantando a las demás.
“Vi como la madre superiora se agarraba a la muñeca de Sor Juniperia, y a ella otra, y otra, y otra….pero el viento es fuerte en esta comarca y el brazo de la viejecita se quebró como una rama seca”
Fue entonces cuando 43 monjas Sibarianas remontaron, a su pesar, el vuelo en distintas direcciones. Juníperus Wilson, Artillero de la Royal Air Force, que servía en el cercano aeródromo de Wilcox Country fue el primero en dar la alarma: “Fue escalofriante, de pronto, contra la silueta del horizonte, se recortaron las figuras de algo así como cien paracaidistas enemigos e hice lo que debía, hacer sonar la sirena de alarma antiaérea”.
Las pobres monjas voladoras se vieron en mitad de los focos antiaéreos y las balas trazadoras. Aquello fue una escabechina.
“Fue una pena lo de aquel chaval- declara Sigfrid Bismuto- me refiero a mi buen amigo Killian Pajjish, irlandés, un joven de dieciocho años, muy católico. El mejor artillero que había en toda Inglaterra. Cuando acabó aquello estaba muy ufano pues él solo había derribado veintidós de esas cosas. No se sabía si cazas, paracaidistas o qué. Cuando supo que eran monjas se tiró por el acantilado más cercano”.
No todas corrieron la misma suerte. La peor fue la de Sor Hiphiginia Spencer cuya toca se enganchó a la antena de un caza alemán Messersmichdtt Bf 109 que salía de allí a toda pastilla rumbo a Alemania tras una misión en suelo británico. Cuando el caza aterrizó en un aeródromo cerca de Dresde arrastró a la monja voladora por 2 km de pista de gravilla. Habla Günter Ausfhart, mecánico en aquel lugar durante la guerra: “Cuando el caza paró vimos que al fondo de la pista había algo así como un enorme murciélago blanco y negro, enorme, destrozado y chorreando sangre a borbotones. Sacamos las llaves inglesas y le aliviamos el sufrimiento a hostias….. ya me extrañó que murmurara…hijos de la gran puta…”
Desde entonces la Iglesia opta por un diseño más aerodinámico, como éste
Aún hoy día los técnicos no se ponen de acuerdo. ¿Extraño fenómeno meteorológico?Algunos dicen que las tocas hicieron de velamen. De hecho, ese diseño cayó en desuso. ¿Suceso paranormal? Dicen que el ejército americano estaba probando un extraño prototipo. Habla Patrick Ericson, grillado: “Todo el mundo sabe que los americanos habían desarrollado un avión a reacción, el Hurricane. Y lo estaban probando por allí, a partir de ahí lo llamaron el Nunbreaker”. El obispo de la diócesis Agapito Gurmesmith, no duda que aquello fue un milagro y quiere que las 43 hermanas sean declaradas santas. “Menos la gorda”, declara demasiado explícitamente.
En definitiva, un misterio para el que nunca tendremos respuestas.