domingo, 13 de diciembre de 2009



Ayer noche fracasó lo que prometía ser una jornada histórica, uno de los hitos de primera magnitud más grandiosos en el devenir de la humanidad. Desde hacía varios meses, científicos de todo el mundo desplazados al observatorio de Arecibo venían recibiendo una serie de señales del espacio exterior con un patrón muy peculiar, una secuencia de pulsos gamma que, en su latir, seguían la secuencia de Fibonacci, algo completamente ajeno a cualquier fenómeno natural originado por la naturaleza del cosmos. Las señales activaron el protocolo E.L.F (Extraterrestrial Lifeform Found) ya que los científicos concluyeron no podían sino tener un origen inteligente y que su cometido precognizaba con seguridad uno de los momentos más ansiados de la humanidad: el primer contacto con seres de otros planetas. La confirmación de que no estamos solos en el universo. Tras descifrar parte del mensaje oculto en las bandas laterales de la señal, los científicos determinaron que el ansiado contacto se produciría en la noche de ayer, en las coordenadas geográficas 40º 36’ 60” N / 2º 45’ 12” W…

…que, una vez consultado un mapa de posición, resultó ser la huerta de Mariano Povedilla Caganet (a) «El Cansaliebres», vecino de Molina de Segura, Murcia, Spain.

Anoche, en conjunción con el CSIC, la NASA, el Instituto Tecnológico de Massachussets y la asociación de vecinos «Viva Murcia manque pierda» —por la cosa de contar con alguna autoridad local—, se procedió a establecer en el lugar un amplio dispositivo de seguimiento y rastreo. En torno a la una de la madrugada apareció en el cielo un punto de intensa luz tornasolada que, gradualmente, fue descendiendo hasta tomar tierra…

…justo en mitad de la huerta del «Cansaliebres» al que nada se le había comunicado por la cosa de mantener en secreto el operativo.

Los allí presentes contuvieron la respiración. De uno de los laterales de la nave se abrió una especie de portilla de la que emergió una pasarela cuyo extremo se posó en el suelo. Poco a poco, del interior de la nave, surgieron tres figuras de aspecto humanoide que, con natural aprensión, comenzaron a recorrer la pasarela a pasos cortos mientras observaban con escrupulosa atención el entorno. Nadie quería moverse por miedo a malograr el que, probablemente, fuese el momento más importante de la historia de la Humanidad. La tensión en el ambiente se podía mascar.

Y en ese momento el Mariano apareció por su huerta.

Al grito de «So hijoslagranpuuuuuuuta… Que me estáis pisando los “pépinos”. La madre que sus pario. Como coja una gancha, sus voy a dejar la lomera hecha mixtos», el Mariano echó a correr en dirección a los seres extraplanetarios que, sin pensárselo dos veces, dieron media vuelta, subieron a la nave y salieron de la huerta echando hostias.

Se desconoce si, entre las estimaciones de los visitantes, se prevé alguna nueva forma de contacto o acercamiento. Nos tememos que va a ser de que no. En cualquier caso, los científicos, tras una serie de sesudos estudios y cálculos, han concluido que, de darse el caso, el nuevo contacto no se produciría en la huerta del Mariano ni de coña y que a los marcianos no se les ocurriría volver a poner un pie por allí ni aunque saliese a recibirlos la Angelina Jolie en negligé.

[Los visitantes, momentos antes de que apareciese el Mariano]

 

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(c) Jerónimo Tristante & Pedro de Paz, 2009