lunes, 28 de diciembre de 2009


Cada uno arrastra una cruz en esta vida y la de Mariano Metoques Laspelotas siempre fue su hijo Juanín. Durante su infancia, Juanín creció como cualquier otro chaval, con sus más y sus menos, sus travesuras y sus problemas de rendimiento escolar, pero fue al alcanzar la pubertad y la adolescencia cuando el asunto pareció tomar un rumbo divergente y peligroso. Imbuido por esa rebeldía juvenil tan propia de la edad, asaltado por el conflicto generacional y con muchos pájaros en la cabeza, Juanín comenzó a rodearse de una serie de curiosos personajes y a adoptar posturas ante la vida que a sus progenitores les parecieron poco ortodoxas. Abandonó por completo su interés por los estudios y cambió su habitual indumentaria por unos pantalones de cuadros escoceses, una camiseta raída de los Extremoduro con más mierda que el palo de un gallinero, unas Doc Marteens y un palestino al cuello. También aderezó sus cabellos con una prominente cresta y dos rastas que dejaba deslizar por su espalda, se hizo con una flauta y se declaró libre como el viento, anarka, antisistema, verdugo del capitalismo y unas cuantas tontunas más de esas que se curan con la edad.

Mariano, mal que bien, sobrellevaba como podía la nueva postura vital de su vástago. De cuando en cuando y de la mejor manera posible insinuaba a su hijo que, puesto que había decidido abandonar los estudios, al menos tratase de conseguir un trabajo con el que labrarse un porvenir. Ante tal propuesta, Juanín solía ofenderse visiblemente, indicando que jamás sería partícipe consciente del enriquecimiento de un empresario cerdo y capitalista. Esas encendidas soflamas solía llevarlas a la práctica justo antes de pedirle 20 euros para salir a dar una vuelta con los colegas, preguntarle a su madre si le había comprado los Actimeles para desayunar —los buenos, los de verdad, no esa mierda de imitación del Mercadona— o ponerse a jugar con la Playstation 3 sufragada con cargo al presupuesto familiar. Mariano, compungido y preguntándose en qué había fallado como padre, solía transigir una vez tras otra y envainársela, pensando que la vida, la libertad y los nuevos tiempos que nos habían tocado vivir serían así.

Hasta que un día se desató la inevitable tragedia.

Un fin de semana, Mariano y su mujer decidieron marcharse de viaje dejando solo en casa al concienciado infante. Juanín aprovechó la ocasión para traerse al domicilio familiar a sus camaradas y organizar una performance antiglobalización en la que acabaron con las reservas de whisky —del bueno, del de Malta. Que se puede ser anarka, pero no gilipollas— de Mariano, practicaron el amor libre como conejos y dejaron todo manga por hombro y la vivienda perdidita de tobas de canuto, quemaduras en el sofá incluidas. Al regreso de los progenitores, en la casa no se encontraba nadie pero lo que vieron jamás se borrará de su memoria. La madre sufrió un síncope allí mismo y Mariano, encendido por la ira, salió en busca de su hijo al grito de «si le hubiese terciao una hostia cuando correspondía…».

Tras preguntar en varios antros a los que su hijo solía acudir con cierta frecuencia, Mariano halló finalmente al Juanin en una de las plazas cercanas a Callao en compañía de una coleguita llamada Maya que ejercitaba su habilidad con los malabares y un chucho callejero con un pañuelo rojo anudado al cuello en plan cowboy al que todos los perroflautas del grupo apodaban Bakunin sin que ninguno supiese exactamente por qué ni quién era ese señor.

De la primera bofetada, Mariano batió el record de lanzamiento de instrumentos musicales. La flauta recorrió un arco en el aire para aterrizar 26 metros más allá ante el aplauso del respetable que alabó lo impecable de su estilo. Acto seguido cogió al Juanín, lo introdujo en la primera peluquería que encontró y le dijo al peluquero que metiese la tijera hasta que la cabeza se pudiese bruñir como si fuese un espejo. Llegados al domicilio familiar, Mariano desvistió al chaval a la fuerza y procedió a introducir la mugrosa vestimenta en la chimenea mientras, con la mirada extraviada y los ojos inyectados en sangre, musitaba «arde, arde…». Por último lo sentó en el sofá y le dijo que sí, que vale, que el mundo es injusto, que el Amazonas se va al carajo y que la sociedad globalizadora genera zombies bienpensantes que sólo sirven para alimentar la maquinaria represiva de los estados, pero que aquella era su casa, que a partir del día siguiente, tonterías las justas, y que, o se comportaba como correspondía o le ponía de patitas en la calle con una mano delante y otra detrás y que la Playstation seguiría el mismo camino que sus ropas.

Ahora Juanín oficia de reponedor en el Carrefour. No es gran cosa. Él lo sabe y su padre también, pero ambos coinciden —Mariano por propio convencimiento, Juanín porque no le quedan más cojones— en que es un primer paso necesario en el proceso de «desprogramación». En estos días, Mariano parece haber recobrado parte de la serenidad perdida e incluso fuentes cercanas a la familia aseguran que se le ha visto sonreír de soslayo cuando el tierno infante llega a casa por las noches eslomao de currar.

[El Juanín y un coleguita en una foto de archivo. A su lado, el Bakunin. Eran tiempos mejores. Sobre todo para él.]

 

Comentarios

15 comentarios sobre "LE SALE UN HIJO PERROFLAUTA Y LOGRA METERLO EN VEREDA"

Anónimo dijo...
28 de diciembre de 2009, 8:27

'De la primera bofetada, Mariano batió el record de lanzamiento de instrumentos musicales. La flauta recorrió un arco en el aire para aterrizar 26 metros más allá ante el aplauso del respetable que alabó lo impecable de su estilo.'

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De antología. Sois LA POLLA

mati dijo...
28 de diciembre de 2009, 8:52

Estáis dando ideas a más de un padre o, si os leen, recordando a más de otro lo que le hubiera gustado hacer en su momento :)

Shasha dijo...
28 de diciembre de 2009, 9:57

Os superais día a dia, maestros. Sois unos autenticos mostruos.

Gracias por estos buenos ratos.

Jorge PL dijo...
28 de diciembre de 2009, 10:01

Lo del perro "Bakunin" y Maya, la coleguita de los malabares casi me hace arrevolcarme por el suelo de la risa. Perfecto retrato-tipo de esta gente.

Sois buenos, cabrones.

Anónimo dijo...
28 de diciembre de 2009, 13:54

Ninguna gracia. Las "noticias" que publicáis no tienen ninguna gracia.

Dedicaos a otra cosa.

El Piter dijo...
28 de diciembre de 2009, 14:22

Lamentamos enormemente que nuestro sentido del humor no resulte de tu agrado, anónimo (último). Ahora, si eres tan amable de cerrar la puerta. Por fuera. Gracias.

Al resto, gracias por el apoyo, compadres.

jerobibo dijo...
28 de diciembre de 2009, 17:52

"Ninguna gracia. Las "noticias" que publicáis no tienen ninguna gracia.

Dedicaos a otra cosa."
sí, nos dedicaremos a otra cosa que la gracia y el sentido del humor lo tendrás tú a raudales, secundo a pedro,
por cierto, y a los demás, un abrazote y muchas gracias por vuestro apoyo

Paco Gómez Escribano dijo...
28 de diciembre de 2009, 19:36

Genial, tíos. Me he partido el pecho. También con las fotos de la margen derecha y los pies de foto de Pedro de Paz, D. Torres, Camarasa y Escarlatti, que son a los que conozco. Enhorabuena y un abrazo.

jerobibo dijo...
29 de diciembre de 2009, 0:28

POR CIERTO, LO DE BAKUNIN COJONUDO

Anónimo dijo...
29 de diciembre de 2009, 3:01

He llorado, literalmente, de risa. Y espero que los vecinos no hayan oído el escándalo que he montado a las 3 de la mañana. Joé, que tengo 46 años!!!

Anónimo dijo...
29 de diciembre de 2009, 9:04

Si me tengo que queda con una frase, me quedo con esta:

«si le hubiese terciao una hostia cuando correspondía…»

X-DDDDDDDD

jerobibo dijo...
29 de diciembre de 2009, 20:53

después de leer este documento de indudable valor pedagógico, como me salga un hijo perroflauta........ a la primera lo colco una hostiaaaaaaa.....
jajajajja

Angelotti dijo...
31 de diciembre de 2009, 11:53

Pues a juzgar por la foto, parece que quien se ha fumado los "petas" ha sido el Bakunin...

Afortunadamente para Juanín, su padre no debía haber oído este tema de El Reno Renardo: http://www.youtube.com/watch?v=A832lFI10I0

Si papá se hubiera inspirado en este tema quizá no lo hubiera contado el pobre Juanín...

Un saludo,
Angelotti.

El Piter dijo...
4 de enero de 2010, 22:15

Un clarividente, amigo Lotti. Eso es lo que era el Reno Renardo: un clarividente.

viagra online dijo...
28 de enero de 2011, 17:12

me fascina la forma tan particular en la que redactas los hechos, la verdad he estado leyendo todos los articulos y este ha sido uno de mis preferidos, como es posible que el tipo de saliera con la suya? Este blog es una cagada de risa, como dice mi abuelo!

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